CALLEJÓN NIÑO DEL ROYO

CALLEJÓN NIÑO DEL ROYO

CALLEJÓN NIÑO DEL ROYO

En una ciudad con tanto pasado como Granada, encontramos calles y plazas que hacen mención a su historia. Ese es el caso del Callejón Niño del Royo, cuya curiosa historia vamos a contar.

El Callejón Niño del Royo discurre por el Cerro del Mauror, y recorre el mismo desde Torres Bermejas hasta la calle Antequeruela Alta. Durante la dominación árabe esta zona se utilizó como mazmorras. Restos de éstas, se pueden observar todavía en el Carmen de los Catalanes.

Las primeras referencias a que en esta zona había un “rollo jurisdiccional” la hace Ambrosio de Vico en el año 1596, en su plataforma  (también denominada Plataforma de Granada, es un plano de la ciudad trazado y dibujado por Ambrosio de Vico). Junto a la palabra “mazmorra”, se observa una pequeña torrecilla o columna con unos ganchos.

Estas estructuras se colocaban tanto en los lugares más céntricos de las ciudades como en las entradas, anunciando a los forasteros que la población era jurídicamente independiente y que ajusticiaba a sus condenados.

Los rollos y las picotas son cuestiones jurídicamente diferentes, pero a partir del siglo XV, terminaron llamándose indistintamente postes, rollos, rolluelos, picotas u horcas.

CARMEN DE LOS RODRÍGUEZ ACOSTA – CALLEJÓN NIÑO DEL ROYO

CARMEN DE LOS RODRÍGUEZ ACOSTA – CALLEJÓN NIÑO DEL ROYO

Las picotas ya se citan en el siglo XIII, en el compendio legislativo de Alfonso X El Sabio, como una de las maneras de aplicar justicia, que tenía carácter de castigo sancionador. Para desempeñar estas funciones, se solía levantar un poste de piedra encima de una grada, donde se exponían los reos a la vergüenza pública, o se les castigaba, y hasta en casos se les ahorcaba. También en ellas se colgaban los restos de los descuartizados.

La figura del rollo aparece después con el establecimiento de los señoríos. Tenían como finalidad en su origen servir de indicador de la presencia jurisdiccional de señores, abades,  municipios, o como demarcación municipal con un cierto carácter de monumento conmemorativo, pero no para atar a los reos. Sin embargo en el siglo XVI se usaron tanto los rollos como las picotas para el ajusticiamiento de los condenados

Durante el siglo XVI, era muy común castigar a los delincuentes con la amputación de alguno de sus miembros. Estos, una vez envueltos en vendas o trapos, eran expuestos en la columna para que sirvieran de escarnio público. Desde lejos, esta visión se asemejada a la de un niño envuelto en pañales.

El Callejón del Niño del Royo mantuvo su columna de ajusticiamiento, según algunos autores, hasta bien entrado el siglo XVIII. En el resto de España, los “rollos y las picotas” fueron desapareciendo paulatinamente. Un año después de la constitución de 1812, un Decreto de las Cortes de Cádiz ordena demoler cualquier símbolo de vasallaje. A día de hoy los Rollos de Justicia o Rollos del Mundo están protegidos como Bien de Interés Cultural, según el Decreto de 14 de marzo de 1963.

Si entramos por el Callejón del Niño del Royo a través de la Calle Antequeruela Alta, podemos observar, prendido en la pared de la izquierda por medio de unas sujeciones metálicas, un trozo de columna. Se trata de la última porción de “royo” que nos queda como testigo de esa época.

Una última curiosidad: A pesar de que su denominación es Callejón del Niño del Royo, sería más acertado que fuera del “rollo”, ya que según la R.A.E  una de las acepciones de “rollo” es: “columna de piedra, ordinariamente rematada por una cruz, que antiguamente era insignia de jurisdicción y que en muchos casos servía de picota”.

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