CASTILLO DE DÚRCAL

CASTILLO DE DÚRCAL - PEÑÓN DE LOS MOROS

CASTILLO DE DÚRCAL – PEÑÓN DE LOS MOROS

Dentro del sistema defensivo del Valle de Lecrín durante la dominación musulmana se encontraba el Castillo de Dúrcal, conocido también como Peñón de los Moros, o Castillejo de Dúrcal.

Cuenta María Aurora Molina Fajardo, en su estudio Castillos, fuertes y atalayas: Fragmentos de una memoria islámico-cristiana en el Valle de Lecrín (Granada), que en el Valle de Lecrín se levantaron al menos diecinueve bastiones distribuidos por toda la comarca,  que se organizaban jerárquicamente gracias al empleo de diversas tipologías constructivas. Contaba la zona con varios castillos menores, torres de alquería y torres atalaya.

Los castillos menores o husun se construyeron en lugares elevados, alejados de las poblaciones rurales y cerca de los cursos fluviales. Estas fortificaciones del Valle de Lecrín estaban construidas, por lo general, aprovechando algún accidente geográfico y con materiales modestos como eran el tapial y la mampostería. Poseían además un amplio perímetro fortificado, en el que había una torre del homenaje, y un espacio sin construcciones denominado albacar.

Los ejemplos más destacados de castillos menores, que se conservan en el Valle de Lecrín, son el Castillo de Mondújar, el Castillo de Lojuela, el Castillo de Restábal, el Castillo de Dúrcal y el Castillo de Lanjarón. Esta última población formó parte, hasta hace poco, de la comarca del Valle de Lecrín.

CASTILLO DE DÚRCAL - PEÑÓN DE LOS MOROS

CASTILLO DE DÚRCAL – PEÑÓN DE LOS MOROS

El Hins de Dúrcal, se encuentra coronando un peñón, a 722 metros de altitud, y a tan solo 2 kilómetros al suroeste del pueblo de Dúrcal, justo encima de los Baños de Urquízar.

Queda muy poco de dicho castillo pero se intuye perfectamente su planta, en forma de polígono irregular, que ocupa la cima de una elevación sobre el río Dúrcal. La fortificación controlaba, desde el siglo XIII, el antiguo camino que unía Granada con la Alpujarra y la Costa, también las alquerías y atalayas cercanas.

El Castillejo de Dúrcal conserva pocos elementos, pero muy significativos. Lo más apreciable, a simple vista y desde la distancia, es un pequeño fragmento en forma de seta, que son los restos del torreón,  y que se sitúa en la zona noreste del complejo. Una inadecuada intervención con cemento ha desvirtuado su construcción. El torreón está fabricado sobre un zócalo de mampostería sobre el que se alza un cuerpo de tapial, cubierto por una capa de enlucido.

ALJIBE - CASTILLO DE DÚRCAL

ALJIBE – CASTILLO DE DÚRCAL

El aljibe también se conserva, pero en mejor estado que la torre. Es de planta rectangular, sus medidas son de 5 metros de largo por 2,10 de ancho y unos 3,5 metros de alto. Sus paramentos están hechos en mampostería y mantienen huellas de un antiguo estuco rojizo, cubriéndose con una bóveda de medio cañón de lascas. Es de suponer que este aljibe estuviera situado por debajo de la planta del castillo. 

El aljibe está unido a la muralla por un relleno de casi 90 centímetros de grosor, con abundantes restos cerámicos. 

Lo que se aprecia como muralla exterior, de casi 3 metros de grosor, probablemente sean los restos de una torre construida en torno al aljibe, que defendía el acceso al recinto y cuya puerta sería en recodo. En algunos puntos se percibe el paramento exterior de dicha puerta, con enfoscado de unos 4 mm. 

En el perímetro del cerro encontramos diseminados numerosos restos murarios de mampostería, unidos con mortero de cal y arena, de unos 30 cm de altura, y que hacen intuir una doble cerca.

CASTILLO DE DÚRCAL - PEÑÓN DE LOS MOROS

CASTILLO DE DÚRCAL – PEÑÓN DE LOS MOROS

Como el agua no se encontraba en la cima del cerro había que bajar a buscarla. Para ello construyeron un estrecho pasadizo desde la cima hasta el río Dúrcal, por una cresta cercana. Se puede ver el hueco de acceso a este pasadizo, en el ángulo suroeste del solar. Quedan restos de enlucido y ladrillo, en una de sus paredes, así como un leve arranque de un muro con una suave inclinación de forma semiesférica. Son apreciables algunos agujeros en la ladera de la montaña, que dejan entrever el pasadizo. En el interior del mismo hay tallados escalones para ir salvando la pronunciada pendiente. El acceso es muy peligroso y apenas quedan restos, por lo que se aconseja no intentar acceder a él.

 En la primavera de 1491 el rey Fernando el Católico mandó al Marqués de Villena que, con tres mil caballos y diez mil peones, destruyese todas las  fortalezas que se habían alzado en el Valle de Lecrín. Se cree que en esta fecha se destruyó la fortaleza del Peñón de los Moros. Durante las revueltas de los moriscos en 1568, este baluarte no aparece en las crónicas de la época.

Actualmente el acceso a los restos del Castillo de Dúrcal es fácil. Hay que tomar la ruta que va hacia los Baños de Urquízar. A medio camino, encontramos a mano derecha una amplia pista ascendente, con un cartel que indica “Peñón de los Moros”. Cogeremos esa senda hasta subir a la cima. Allí se encuentran, entre almendros, los restos de este importante baluarte que tenía comunicación directa con la torre atalaya de Saleres, la atalaya de Cónchar, y con la torre de Márgena.

El Castillo de Dúrcal está inscrito como Bien de Interés Cultural (B.I.C.) desde Junio de 1985

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